Glamour vesus miseria

Una triste historia de reinas de belleza venezolanas y lo que la droga ha hecho con ellas. Este artículo salió publicado en el semanario Quinto Día, y tengo entendido que alguna estación televisiva local les hizo un reportaje ......
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Helena Merlín, Mis Barinas 1975
Damaris, tal y como se describe, mantiene su rebeldía como un estilo de vida. Le preguntamos si consumía drogas y nos respondió que no. Tal vez, su situación de mendicidad es la que ha deteriorado su estado físico y mental. Pesa lo mismo que cuando concursó: 45 kilos. A través de su ropa, se le notan sus huesos. De ritmo pausado al hablar y caminar, se le observa el cansancio de estar en la calle. Ella sólo quiere una ayuda poder volver a ver a su progenitora y tener un techo digno donde dormir.
Al igual que Damaris, encontramos a Helena Merlín, de 50 años, viviendo en las calles de la Isla de Margarita, una rubia que dejó deslumbrados al jurado por su esbelta figura y belleza en el certamen nacional de 1975. Incluso, dicen las personas que la conocieron, que ha sido la mejor candidata que pasó por el concurso del Miss Venezuela. De ojos azules como el cielo y una cabellera de oro, ahora vive en extrema pobreza. La droga la ha consumido. No es ni la sombra de lo que fue en una época.
—¿Helena, qué está haciendo ahora?
—Estoy parqueando y lavo carros en los centros comerciales y bancos que están aquí en la avenida 4 de mayo. Lo que gano me lo fumo en piedra todas las noches.
—¿Pero, por qué una candidata al Miss Venezuela ahora está en la indigencia?
—Mi historia es muy triste. Yo fui una mujer exitosa, incluso, hasta fui aeromoza en el avión presidencial del ex presidente Carlos Andrés Pérez. Era su azafata preferida. Pero la droga me llevó a caer en este abismo.
—¿Mantuvo una relación amorosa con Carlos Andrés Pérez?
—Sí, es todo un caballero. Mantuvimos nuestro romance a escondidas. Pero también sostuve una relación con el actor Carlos Mata, quien hasta me pidió matrimonio, ¿qué tal?, pero yo no acepté.
—Cuando me habla de abismo, pareciera que no deseara salir. ¿Desde cuándo consume drogas?
—Desde hace cuatro años, todo comenzó por la muerte de mi padre: él era todo para mí, él fue Presidente del Altamira Tenis Club de Caracas durante muchos años. Yo vengo de una familia de clase alta, pero el destino me jugó una mala pasada. Me enamoré de un mal viviente que me enseñó la famosa piedra. Yo, para olvidar la pena, la consumí como loca. Imagínate, en algún momento llegué a comprar más de doscientas de ellas. Quería morirme. La pena me estaba matando.
—¿Y su familia? ¿Por qué no la apoya?
—Tengo tres hijas, ellas viven aquí en Margarita, pero se cansaron de ayudarme. Yo a veces las busco, me hacen falta, pero no puedo vivir con ellas. Me hace falta la droga. Cuando paso un día sin consumirla me vuelvo como loca, se me queman los dedos por fumar.
—Cuando piensa en lo que era, ¿qué le viene a la mente?
—Una gran tristeza. Yo fui una mujer bella, incluso, hasta llegué a ser campeona nacional de tenis. En el concurso quedé de cuarta finalista y me enviaron a concursar al Young International en Japón. Fui imagen de una reconocida línea de productos de belleza. Pero en la década de los 70 estuve involucrada en el robo de vehículos. Comandaba una banda llamada Los Merceristas. Yo los robaba en Caracas y los entregaba en Cúcuta. Por ese caso pasé varios meses en la cárcel.
—¿Qué es lo que más desea?
—Quiero salirme de este mundo cochino. Quiero, por favor, que el Presidente Chávez me envíe a Cuba. Yo le prometo que se lo pago como sea. Este mundo de la indigencia es lo peor que le puede pasar a un ser humano. La piedra y el sida es lo peor.
De la pasarela a la calle
Tanto Damaris Ruiz como Helena Merlín viven en ciudades distintas, pero con similares realidades. Ambas fueron misses y ahora se encuentran en la indigencia. Según los psicólogos, no es muy común este tipo de casos. Pero están claros que una de las causas que pueden llevar a una persona a convertirse en mendigo es la droga y el alcohol. Sin embargo, consideran que existen patologías asociadas que son el detonante que llevan a estas personas a deambular por las calles. Entre ellas, la esquizofrenia simple que se puede manifestar al momento de una fuerte depresión o desilusión amorosa o pérdida de trabajo, entre algunos factores externos. La diferencia es que para el enfermo es muy difícil salir de estos estados sin la ayuda de los especialistas.
De acuerdo a los expertos en la materia, se calcula que en Venezuela de cada cinco personas que se encuentran en la indigencia, tres han sido profesionales, estudiantes universitarios o imágenes públicas reconocidas. El caso de Damaris y Helena son uno de tantos que nos dejan una lección de vida.
Quinto Día... El Semanario de Los Nuevos Tiempos
Damaris, tal y como se describe, mantiene su rebeldía como un estilo de vida. Le preguntamos si consumía drogas y nos respondió que no. Tal vez, su situación de mendicidad es la que ha deteriorado su estado físico y mental. Pesa lo mismo que cuando concursó: 45 kilos. A través de su ropa, se le notan sus huesos. De ritmo pausado al hablar y caminar, se le observa el cansancio de estar en la calle. Ella sólo quiere una ayuda poder volver a ver a su progenitora y tener un techo digno donde dormir.
Al igual que Damaris, encontramos a Helena Merlín, de 50 años, viviendo en las calles de la Isla de Margarita, una rubia que dejó deslumbrados al jurado por su esbelta figura y belleza en el certamen nacional de 1975. Incluso, dicen las personas que la conocieron, que ha sido la mejor candidata que pasó por el concurso del Miss Venezuela. De ojos azules como el cielo y una cabellera de oro, ahora vive en extrema pobreza. La droga la ha consumido. No es ni la sombra de lo que fue en una época.
—¿Helena, qué está haciendo ahora?
—Estoy parqueando y lavo carros en los centros comerciales y bancos que están aquí en la avenida 4 de mayo. Lo que gano me lo fumo en piedra todas las noches.
—¿Pero, por qué una candidata al Miss Venezuela ahora está en la indigencia?
—Mi historia es muy triste. Yo fui una mujer exitosa, incluso, hasta fui aeromoza en el avión presidencial del ex presidente Carlos Andrés Pérez. Era su azafata preferida. Pero la droga me llevó a caer en este abismo.
—¿Mantuvo una relación amorosa con Carlos Andrés Pérez?
—Sí, es todo un caballero. Mantuvimos nuestro romance a escondidas. Pero también sostuve una relación con el actor Carlos Mata, quien hasta me pidió matrimonio, ¿qué tal?, pero yo no acepté.
—Cuando me habla de abismo, pareciera que no deseara salir. ¿Desde cuándo consume drogas?
—Desde hace cuatro años, todo comenzó por la muerte de mi padre: él era todo para mí, él fue Presidente del Altamira Tenis Club de Caracas durante muchos años. Yo vengo de una familia de clase alta, pero el destino me jugó una mala pasada. Me enamoré de un mal viviente que me enseñó la famosa piedra. Yo, para olvidar la pena, la consumí como loca. Imagínate, en algún momento llegué a comprar más de doscientas de ellas. Quería morirme. La pena me estaba matando.
—¿Y su familia? ¿Por qué no la apoya?
—Tengo tres hijas, ellas viven aquí en Margarita, pero se cansaron de ayudarme. Yo a veces las busco, me hacen falta, pero no puedo vivir con ellas. Me hace falta la droga. Cuando paso un día sin consumirla me vuelvo como loca, se me queman los dedos por fumar.
—Cuando piensa en lo que era, ¿qué le viene a la mente?
—Una gran tristeza. Yo fui una mujer bella, incluso, hasta llegué a ser campeona nacional de tenis. En el concurso quedé de cuarta finalista y me enviaron a concursar al Young International en Japón. Fui imagen de una reconocida línea de productos de belleza. Pero en la década de los 70 estuve involucrada en el robo de vehículos. Comandaba una banda llamada Los Merceristas. Yo los robaba en Caracas y los entregaba en Cúcuta. Por ese caso pasé varios meses en la cárcel.
—¿Qué es lo que más desea?
—Quiero salirme de este mundo cochino. Quiero, por favor, que el Presidente Chávez me envíe a Cuba. Yo le prometo que se lo pago como sea. Este mundo de la indigencia es lo peor que le puede pasar a un ser humano. La piedra y el sida es lo peor.
De la pasarela a la calle
Tanto Damaris Ruiz como Helena Merlín viven en ciudades distintas, pero con similares realidades. Ambas fueron misses y ahora se encuentran en la indigencia. Según los psicólogos, no es muy común este tipo de casos. Pero están claros que una de las causas que pueden llevar a una persona a convertirse en mendigo es la droga y el alcohol. Sin embargo, consideran que existen patologías asociadas que son el detonante que llevan a estas personas a deambular por las calles. Entre ellas, la esquizofrenia simple que se puede manifestar al momento de una fuerte depresión o desilusión amorosa o pérdida de trabajo, entre algunos factores externos. La diferencia es que para el enfermo es muy difícil salir de estos estados sin la ayuda de los especialistas.
De acuerdo a los expertos en la materia, se calcula que en Venezuela de cada cinco personas que se encuentran en la indigencia, tres han sido profesionales, estudiantes universitarios o imágenes públicas reconocidas. El caso de Damaris y Helena son uno de tantos que nos dejan una lección de vida.
Quinto Día... El Semanario de Los Nuevos Tiempos